A noventa años de Motivos de son, de Nicolás Guillén

La actual pandemia provocada por el nuevo coronavirus, ha llevado a una parte de la sociedad humana a plantearse un estado de incertidumbre –sentimiento de inseguridad provocado por un grado de desconocimiento o falta de información- en torno a un enemigo mortal, que, a pesar de ser microscópico, es aterrador porque, hasta el momento, su contagio se extiende con rapidez y efectividad, sin que exista un tratamiento específico para eliminarlo o una vacuna probadamente efectiva para evitarlo. 

Solamente el aislamiento social y unas pocas medidas de higiene pública y personal, permiten paliar con relativa certidumbre la ansiedad que provoca el ataque invisible, que no reconoce fronteras territoriales, grupos sociales, ni alguna otra barrera, en su avance por el planeta. Mientras, se movilizan sin reparar en fatigas las fuerzas de la ciencia y la tecnología.

Al mismo tiempo, se van transluciendo las contradicciones imaginables, reflejos de intereses de la clase dominante bajo el signo del imperialismo, en la posición de mandatarios de poderosas naciones, lo cual hace más profunda la crisis sanitaria mundial al negar los recursos necesarios para obtener la solución o soluciones del problema. Sin pudor alguno, con su egoísmo irracional, llegan al extremo de protagonizar el ridículo internacional y aumentan la incertidumbre existente.

Los descosidos del capitalismo contemporáneo se observan en la ocurrencia de este proceso sanitario extraordinario, de carácter global.  Evidencias de ello también se revelan en otros aspectos, de sus atrasos culturales. Los recientes comentarios que le hiciera el ex Presidente James Carter al actual inquilino de la Casa Blanca, Donald Trump, lo muestran sin rodeos.

A continuación, citaré el texto publicado,[i] donde se conforman con certeza variables importantes en el futuro inmediato de los Estados Unidos de América:

Temes que China se nos adelante, y estoy de acuerdo contigo. ¿Pero sabes por qué la China se nos adelanta? Yo normalicé las relaciones diplomáticas con Beijing en 1979. Desde esa fecha, ¿sabe cuántas veces China ha entrado en guerra con alguien? Ni una sola vez, mientras que nosotros estamos constantemente en guerra. Estados Unidos es la nación más guerrera en la historia del mundo porque quiere imponer estados que responden a nuestro gobierno y los valores estadounidenses en todo occidente, controlar las empresas que disponen de recursos energéticos en otros países. China, por su parte, está invirtiendo sus recursos en proyectos como ferrocarriles, infraestructura, trenes bala intercontinentales y transoceánicos, tecnología 6G, inteligencia robótica, universidades, hospitales, puertos, edificios y trenes de alta velocidad en lugar de utilizarlos en gastos militares.

¿Cuántos kilómetros de trenes de alta velocidad tenemos en este país?
Hemos desperdiciado $ 300 billones en gastos militares para someter a países que buscaban salirse de nuestra hegemonía. China no ha malgastado ni un centavo por la guerra, y es por eso que nos supera en casi todas las áreas. Y si hubiéramos tomado $ 300 billones para instalar infraestructuras, robots, salud pública en los EE.UU., tendríamos trenes bala transoceánicos de alta velocidad. Tendríamos puentes que no colapsen, sistema de salud gratis para los estadounidenses, no se infectarían miles de estadounidenses más que cualquier país del mundo por el COVID-19. Tendríamos caminos que se mantengan adecuadamente. Nuestro sistema educativo sería tan bueno como el de Corea del Sur o Shanghái».  Jimmy Carter.  (Las cursivas utilizadas en este artículo se deben a la Autora.)

Sin pretender alardear de la solidaridad que nos ha caracterizado, un rasgo esencial de nuestro pueblo y cultura, elevada a su máxima expresión en la política internacionalista cubana, concebida y llevada a cabo por Fidel Castro Ruz: Cuba ha tenido como estrategia de su desarrollo científico tecnológico autóctono, particularmente en el campo de la salud, la ayuda incondicional de su personal altamente preparado a otros pueblos, con el respaldo de su propia industria biotecnológica. Esto es otro tipo de inversión económica social y cultural.

La política errónea y fracasada del bloqueo económico, comercial y financiero de los gobiernos estadounidenses contra Cuba, ha bloqueado, además, la posibilidad de la ayuda sanitaria, y de la colaboración científico tecnológica, en beneficio de ambos países. No obstante alumnos/as de nacionalidad americana se han graduado en la Escuela Latinoamericana de Medicina, en Cuba. La práctica del humanismo revolucionario es cierta.

En tiempos de pandemia podemos hablar de incertidumbres, pero igualmente podemos hacer referencia a las certidumbres que nos acompañan en todo momento para construir un futuro mejor, para derrotar más temprano que tarde todo lo negativo que amenaza la sobrevivencia de la especie humana en la actualidad.

El reconocimiento de la posibilidad del exterminio de la humanidad se hace presente hoy día, ante un enemigo invisible, que no porta armas sofisticadas, aunque sí, es letal.  Además, ha sido capaz de paralizar la economía mundial en pocos meses, y esto no es poco. Su poder es el de la Naturaleza, capaz de someter al más soberbio de los seres humanos, de reducirlo y desaparecerlo para siempre, haciendo trizas su desatinada ambición política.
(Tomado de Cubarte) 

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