Ana Cairo, sensible pérdida para la cultura cubana

Con el repentino deceso en La Habana de Ana Cairo Ballester, este miércoles a los 69 años de edad, la cultura cubana perdió a uno de sus más empeñadas investigadoras, que por sus aportes había merecido el Premio Nacional de Ciencias Sociales.

Dedicó talento y pasión a la comprensión de los procesos histórico- culturales que sustentan el devenir de la nación y promover en las nuevas generaciones el legado político e intelectual de personalidades imprescindibles de nuestra historia.

Lo hizo desde la cátedra —fue profesora titular y consultante de la Universidad de La Habana e impartió cursos y conferencias en centros de  educación superior de varios países europeos y latinoamericanos— y mediante una actividad científica e intelectual incesante —pertenecía a la Academia de Historia, al consejo asesor de la Fundación Alejo Carpentier y la junta directiva de la Fundación Fernando Ortiz, ya la Unión de Escritores y Artistas de Cuba—, pero sobre  todo cuentan las publicaciones de una veintena de libros —escritos por ella así como valiosas antologías y compilaciones—,  numerosos artículos y ensayos en revistas y comparecencias en los medios de comunicación.

Entre los títulos de su producción editorial cabe destacar El movimiento de Veteranos y Patriotas (1976), El Grupo Minorista (1978), La revolución del 30 en la narrativa y el testimonio cubano (1993), Bembé para cimarrones (2005) y José Martí y la novela de la cultura cubana (2014). De consulta obligada son las compilaciones conmemorativas Mella, 100 años, coauspiciada por el Centro Pablo de Torriente  Brau  y la editorial Oriente; y de la serie Imaginarios las dedicadas a Eduardo Chibás y Raúl Roa.

En una entrevista que concedió a la revista digital La Jiribilla se definió como «una humanista» y precisó: «Un investigador es una persona que se mueve en determinados sistemas de conocimientos. (…) La investigación es un ejercicio fundamental: te abre puertas. Cada línea, cada proyecto genera nuevas preguntas que a su vez, se relacionan con otros temas. (…) En ocasiones, tengo una premisa de investigación de la cual se pueden derivar varios textos. Cada indagación tiene muchas preguntas y estas, a la par, te llevan a distintos tipos de problemas».

Entre los temas en perspectiva se hallaba la política cultural de la Revolución: «Palabras a los intelectuales ilustra las altas calidades de Fidel como intelectual. Es un documento que debería publicarse anotado, acompañado de las intervenciones de los intelectuales que con honestidad plantearon sus preocupaciones. Fidel construyó un texto dialógico en el que ofrecía respuestas a cada una de las inquietudes. Cuando se conozca todo lo que allí se discutió, se admirará más su inteligencia para construir un texto llamado a perdurar».

De su admiración por el líder histórico de la Revolución, dejó testimonio: «El método de Fidel es volver una y otra vez sobre sus pasos. Aprender de sus errores. Algo que debe generalizarse en el movimiento internacional de la intelectualidad. Fidel dialogó con ocho generaciones, porque tuvo la suficiente inteligencia para ocuparse de los jóvenes. Cuando los intelectuales estaban en formación Fidel siempre les hablaba, no con los que ya estaban formados, sino con aquellos que se estaban formando».

(Tomado de Granma)

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