Arte y Tecnología de la mano de Amor Muñoz en la XIII Bienal

Mostrar los puntos en que se cruzan el arte, la artesanía, la arquitectura y la tecnología es uno de los propósitos de Intersecciones, la exposición con que Factoría Habana se ha insertado en el programa de la XIII Bienal que se celebra por estos días en la capital cubana.

El de Amor Muñoz (México, 1979), fue uno de los nombres que la curadora Concha Fontenla no tuvo dudas en incluir en la lista de invitados a participar en dicho proyecto. El trabajo que esta artista visual viene desarrollando desde hace algunos años con el empleo de textiles en la electrónica ha otorgado relevancia internacional a su labor, con premios como la residencia que obtuviera en 2017 en la legendaria escuela alemana Bauhaus.

En el primer nivel de Factoría Habana, la también docente y gestora cultural exhibe dos obras representativas, además, de su interés por darle a la creación artística una connotación colectiva.

“Son dos piezas muy diferentes pero que las unen dos conceptos: tecnología y artesanía. Son dos nodos que trabajo desde hace mucho y que parecen estar separados, ser opuestos. Pero, no. En su libro El artesano, el sociólogo Richard Sennett dice que Linux viene a ser una pieza artesanal colectiva colaborativa.

Entonces la idea fue juntar estos dos conceptos en Yuca-Tech, un proyecto que se realizó en Yucatán en una comunidad de mujeres indígenas mayas, quienes aprendieron cosas básicas de electrónica para aplicarlas a sus artesanías.

Así realizaron paneles solares textiles con henequén. Juntaron una materia prima ancestral, como el henequén, con un material nuevo, sofisticado, que es una fibra conductora de la electricidad. Fue como aliar estas dos fórmulas para potencializar a la tradición y también darle un nuevo uso a cada objeto.

Por ejemplo: un sombrero se convirtió en lámpara. A sus huaraches o sandalias les pusieron leds con baterías recargables y todos se cargan mediante estos telares de henequén con celdas solares”.

Además de estas piezas, en Intersecciones aparece otra obra. Una especie de intervención de carácter interactivo, acerca de la cual Amor Muñoz explicó al Periódico Cubarte:

“Por otro lado, está el proyecto de la intervención de arquitecturas codificadas, el cual parte de una idea de Le Corbusier. Cuando estuve en la Bauhaus yo vivía en la casa de Oskar Schlemmer, donde había una habitación pintada de blanco y negro. Una habitación binaria.

Y me acordé de lo que decía Le Corbusier de que las casas son máquinas de habitar. Y me dije que si es una máquina funcional necesita su memoria, su data: información. Entonces, hice estos palitos de madera que son piezas artesanales pintadas a mano; pero que al final son piezas digitales.

Están en binario, en el lenguaje de las computadoras: ceros y unos. El cero es negro, el blanco es uno. Es una pieza, además de artesanal, interactiva. La gente interactúa con ella, la pueden decodificar. Así descubres palabras, frases encriptadas en la arquitectura.

La interacción es un procesamiento de datos. Esta pieza es una forma de comprender los lenguajes digitales”.

Hasta Japón, Austria, Estados Unidos, Noruega y España ha llevado sus obras Amor Muñoz, una de las más prometedoras representantes del arte contemporáneo en México que vino a honrar con su presencia la XIII Bienal habanera.
(Tomado de Cubarte)

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