La sencillez y modestia constituyen virtudes inseparables de este buen amigo; así afirman quienes de cerca conocen al artista, profesor y director de diferentes agrupaciones corales pertenecientes al municipio de Aguada de Pasajeros y reconocidas a nivel nacional, como Cantus Nostrus —su opera prima— Les Chansonniérs y Niños Cantores Claudio Monteverdi.
De voz fuerte cuando quiere, pero tan blando como un pan, va de buen humor casi siempre y hace reír a todos a su alrededor. Así, ni más ni menos, se caracteriza este joven —ya no tanto—, que ha dedicado once años a enseñar música, la mejor.
Ganador en más de tres ediciones consecutivas del Premio Escaramujo, máximo galardón de los instructores de arte (IA), participante en los festivales internacionales de coros Corhavana 2014 y Cubadisco 2014, en cada una de las presentaciones sus pupilos tuvieron un resaltable desempeño.
Su nombre, Aníbal Ramos Mejías, instructor de arte de la primera graduación en la provincia, quien con gran esfuerzo y preparación, ha logrado con su arte colocar en alto el nombre del municipio de Aguada.
¿Cómo comenzó tu inclinación por la música y cómo llegas a la Escuela de Instructores de Arte?
«Mi inclinación por la música proviene de los festivales de aficionados y los propios ‘Cantándole al Sol’, de la enseñanza artística y los muy buenos profesores que tuve. Luego me decidí por la dirección coral gracias a excelentes profesoras como Belkidia López Fundora, Antonia López Jiménez, Ileana Rodríguez Paradela —actual directora de la Escuela de Arte Benny Moré— entre otras, quienes sembraron pautas en mí, tanto técnicas como espirituales.
«Además, para mí la música coral es la expresión más acabada de esta manifestación, porque el hombre puede hacer con su voz tanto un instrumento como toda la gama armónica. Asimismo, las voces siempre van a sonar diferentes. Un violín siempre sonará como un violín, un piano como un piano, pero la voz, ninguna es igual, y en dependencia de la capacidad del director coral, puede ser transformada según su gusto. Tal posibilidad siempre me impresionó: el poder experimentar con diferentes voces y crear, sobre todo, crear».
Camerata Coralis Cantus Nostrus…
«Tiene once años de fundada y cuenta con una identidad, una sonoridad propia, que para beneplácito de quienes la integramos posee reconocimiento nacional y hemos tenido el inmenso placer de participar en festivales internacionales como el Corhavana y el Cubadisco, y compartir con los grandes de la música cubana.
«Conjuntamente, fue el punto de partida para crear otras agrupaciones, las cuales están integradas por niños y estudiantes del preuniversitario municipal. Da mucho placer saber que estoy forjando una nueva generación, por decirlo de alguna forma, con el trabajo realizado a través de todos estos años. Ya no se trata de un solo coro, sino de un movimiento coral reconocido, de manera general.
Usualmente son mujeres las que se inclinan por este tipo de agrupaciones, ¿cómo ha sido tu experiencia?
«Sí, en la música coral la mujer tiene cierta primacía, pero creo que en Aguada se ha visto revertida esta situación hacia el sexo opuesto, pues son los varones la mayoría en los diferentes coros. Y no solo se trata de canto coral, reciben clases de Solfeo y Apreciación de Historia de la Música. Los jefes de cuerdas reciben clases elementales de Dirección Coral y de piano, instrumento que utilizamos en el montaje de las obras».
¿Eres el único instructor de arte en el municipio que trabaja en el movimiento coral?
«Realmente no estoy solo, cuento con la colaboración de varios instructores de la especialidad de música, quienes me ayudan en la dirección de las diferentes agrupaciones, incluso todos pertenecen al coro municipal y han estado a lo largo de estos once años brindando su apoyo, lo cual es muy gratificante».
¿Fue tu deseo desde la etapa de estudiante en la Escuela de Instructores de Arte (EIA) especializarte en Dirección Coral una vez graduado, o surgió en la marcha?
«Sí, desde el principio eran las clases que más me gustaban, así lo supe: por ahí iba mi camino. La música coral me ha hecho trazar esa línea de mi vida profesional, como artista y como instructor de arte también. Fui director de cuerdas y director adjunto del Coro Selectivo de la EIA y todas estas experiencias a lo largo de cuatro años de formación me confirmaron mi deseo de dedicarme por entero a la música coral».
Muchas personas creen que un coro no es más que un grupo de estudiantes —en este caso— a quienes se les pone a hacer una misma voz y ya… Sin embargo, no hay creencia más equivocada. ¿Cuán difícil resulta acoplar todas las voces, por demás aficionadas?
«El trabajo genuinamente coral dista mucho de ser fácil, es considerado el trabajo musical más complicado. En el caso de una orquesta sinfónica, cada instrumento se integra a su familia y posee una sonoridad propia, pero con las voces humanas no sucede así, cada una es diferente en su timbre, tesitura, color; y cuando se trata de trabajo con aficionados, mucho mayor es el reto, porque vienen desprovistos del saber elemental, de una preparación en cuestiones de música, etc.».
¿Qué ha sido lo mejor de todo este tiempo?
«Me siento muy orgulloso de mi obra, por más modesta que sea. En todos estos años, nadie nos ha dejado y eso es bueno. Hemos tenido dificultades, como toda agrupación, pero hemos salido adelante y la vida ha demostrado que con tenacidad y paciencia se logran muchas cosas buenas».
Aníbal es definitivamente bueno en su oficio. La disciplina, dedicación y entrega por completo a tales proyectos comunitarios, hacen de estos —como él mismo dijera— la vida misma.
Es además estricto y no muy paciente: «la práctica permite perfeccionar lo estudiado. Sí, los llevo recio, porque sé que pueden dar más».
Realizado se siente por los logros obtenidos hasta el momento, y no pide más, solo la prevalencia de sus conquistas, la alegría, la unidad y la amistad entre los integrantes de cada coro.
Al terminar nuestra conversación, se sonríe satisfecho al pensar en lo bueno y me dice: «todo está perfecto».
(Tomado de Cinco de Septiembre)
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