Una de las instituciones culturales de mayor prestigio del territorio, el Estudio de Grabaciones Eusebio Delfín, alcanza sus 20 años de creado, a través de cuyo lapso resulta de veras loable su labor de salvaguarda del patrimonio sonoro.
El cantautor Lázaro García, quien fue artífice gestor y fundador del objetivo (actualmente su productor) afirma a Granma que justo fue tal el propósito: “Salvar ese legado era la principal premisa. Grabar, dejar cosas registradas para la posteridad constituía un verdadero imperativo aquí. Algunas generaciones sufrieron la imposibilidad de pasar a un fonograma muchos materiales de valor, por la poca capacidad del país y disponer de estudios solo en La Habana y Santiago. Un centro así, pues, resultaba esencial”.
Narra Lázaro que las conversaciones de cara al empeño iniciaron hacia 1993. “Le digo a Silvio Rodríguez: caramba si me ayudaras en algo para hacer un estudio, aunque sea portátil, para grabar a la gente de Cienfuegos y de la parte central, que no hay nada; entonces él se comprometió a ayudarme, vino para acá, hubo buena recepción y apoyo en el Partido y el Gobierno. Luego de seleccionar el local y comenzar el trabajo, Vicente Feliú donó varios equipos…”, evoca.
“Pese al decisivo espaldarazo inicial de Silvio, luego, por razones de lógica y de la atención a su propia actividad creativa, él me dice que no podía atender eternamente el estudio; o sea se refería a cuestiones de renovación de tecnología, desgaste y mantenimiento de los equipos. Y a la sazón aparece Artex con el sello Bis Music. Me pareció lo más coherente, pues se trataba de una corporación del Ministerio de Cultura. Ellos no tenían estudios de grabaciones, así que les pareció muy bien; se comprometieron, enriquecieron y engrandecieron el proyecto y lo echamos a andar”, comenta.
“Lo primero que se hizo fue salvar la memoria y grabar a gente que estábamos en peligro de perder para la placa fonográfica como Luis Gómez, Nazario Segura, Los Naranjos. Luego grabamos a Rosa Campo, Los Novo, Pucho López, Trovarroco y múltiples creadores de Cienfuegos y del resto del país”.
Lázaro considera que “la apertura del hostal de la instalación, en 1998, potencializó mucho el estudio, pues los artistas comenzaron a venir con sumo gusto aquí, sin preocupaciones, en un ambiente muy distendido, sin presiones. Unos grababan antes de cenar, otros de madrugada, en fin como quisieran”.
El autor de Si de tanto soñarte piensa hoy, al cabo del tiempo, que “hicimos muchas cosas de forma atrevida, pero con un sentido de responsabilidad cultural manifiesto, porque fue lo que siempre priorizamos.
Gustavo Uribarri, director del estudio, sostiene que entre lo más difícil del quehacer general se encuentra “el mantenimiento y renovación si se tiene en cuenta además que estamos en un estudio con parámetros de construcción civil exquisitos”.
El director se siente satisfecho de la ingente labor de su reducido pero muy profesional grupo de técnicos. Su especialista principal —quien comenzó en el centro siendo apenas un adolescente—, es Boris Brito. Él sostiene que cada grabación es un acto de entrega y de amor, que cuenta con la total anuencia del colectivo.
El especialista en masterización, Víctor del Sol, adelanta que “en estos momentos estamos terminando de grabar, en fase de mezcla, un proyecto sinfónico con la Cámara de Estudio de Santa Clara (aquí poseen la experiencia de haber grabado a la Camerata Romeu) y recién terminamos un material por el aniversario 90 de Los Naranjos, contentivo de doce temas pertenecientes a las diferentes etapas históricas de la agrupación”.
Sería innumerable la lista de colectivos y solistas a quienes preservaron su registro musical para la posteridad en el estudio a lo largo de veinte años. Por su inconmensurable acción cultural, este centro debe ser motivo del más sano orgullo de Cienfuegos, del país, y merece en todo momento el más sólido apoyo.
(Tomado de Granma)
Deja una respuesta