Cincuenta y siete ediciones después, el Premio Literario Casa de las Américas se alza como uno de los certámenes más prestigiosos de la región, siendo a la vez el concurso más antiguo de su tipo en el continente y el evento cultural más antiguo también en la Isla.
Celebrado en esta ocasión entre el 18 y el 28 de enero en La Habana y Cienfuegos, al centro del país, el Premio convocó a centenares de escritores, con un total de 450 obras en competencia dentro de los diferentes apartados: Cuento, Teatro, Ensayo de tema artístico-literario, Literatura brasileña, Literatura caribeña en francés o creol y el premio de Estudios sobre las culturas originarias de América.
Hasta la Casa llegaron, como cada año, prestigiosos escritores e intelectuales latinoamericanos quienes, como jurado, evaluaron las propuestas en función de escoger las obras ganadoras de la 57 edición del evento.
Jorge Fornet, director del Centro de Investigaciones Literarias de la institución, conversó con Granma acerca del Premio y su historia dentro de la literatura latinoamericana.
“El Premio ha convocado a lo largo de sus ediciones a centenares de escritores de la América Latina y el Caribe, que es lo que lo sostiene, que los escritores siguen interesados en concursar en él y siempre es una pregunta recurrente: por qué casi sesenta años después la gente que escribe en América Latina confía en el Premio Casa.
“La razón debe ser, por una parte, el prestigio acumulado durante tantos años, un Premio que ganaron grandes figuras, desde Roque Dalton, Ricardo Piglia, desde Alfredo Bryce hasta Eduardo Galeano; son reconocimientos por supuesto que los escritores anhelan, y otra es la capacidad que tiene el Premio para vivir al margen de presiones de todo tipo. Muchos certámenes tienen que atender demasiado al mercado, por ejemplo. El Casa tiene esa desventaja y esa ventaja: no tiene una inserción en el mercado como otros premios, pero no tiene la presión de tener que atender a una demanda preestablecida. Por eso también se da el lujo de ser ambicioso y convocar géneros para nada comerciales, pero que a la Casa de las Américas le parece que forman parte del proyecto mismo de la institución, y del propio país, que desborda por mucho las fronteras incluso de la lengua, de los géneros tradicionales, o más comerciales”, explicó Fornet.
En esta ocasión, el jurado estuvo formado, como en ediciones anteriores, por figuras importantes dentro de la literatura latinoamericana. De tal manera que estuvieron presentes Santiago Gamboa (Colombia), Eduardo Lalo (Puerto Rico), Ana Quiroga (Argentina), Ramiro Sanchiz (Uruguay) y Pedro Juan Gutiérrez (Cuba), en Cuento; André Carreira (Brasil), Mariana Percovich (Uruguay), Luis A. Ramos (Perú-EE.UU.), Alejandro Román Bahena (México) y Fátima Patterson (Cuba), en Teatro; Sandra Lorenzano (Argentina-México), Julio Ramos (Puerto Rico) y Mayerín Bello (Cuba), en Ensayo de tema artístico-literario; Idelber Avelar (Brasil), Viviana Gelado (Argentina) y Consuelo Rodríguez Muñoz (México), en Literatura brasileña; Aura Marina Boadas (Venezuela), Gary Victor (Haití) y Josefina Castro Alegret (Cuba), en Literatura caribeña en francés o creol; y, finalmente, Natalio Hernández (México), Javier Lajo (Perú) y Claudia Zapata (Chile), en Premio de Estudios sobre las culturas originarias de América.
“Tratamos siempre de que haya desde figuras consagradas y más conocidas hasta otros jóvenes o no tan jóvenes, pero que no sean tan conocidos entre nosotros. Por una parte para que el público cubano los conozca, y también para que ellos se conozcan entre sí.
“Siempre recuerdo eso que decía Julio Cortázar, que se descubrió latinoamericano cuando vino en el año ´63. Cortázar no sabía que era latinoamericano, sabía que era un escritor argentino que vivía en París, y solo al llegar aquí, al descubrir a sus colegas y entablar un diálogo con ellos, su vida adquiere otra dimensión, una dimensión continental, y eso también es parte del propósito de la Casa, tratar de establecer esas redes intelectuales”, dijo.
Además de la selección de las obras ganadoras, el Premio Casa organiza un programa paralelo que incluye paneles, conferencias –en esta ocasión una especial con el expresidente uruguayo José Mujica–, exposiciones y presentaciones de los libros ganadores en la edición anterior.
“Parte del Premio es, por supuesto, la lectura y premiación de las obras, pero también hay un programa paralelo que es el encuentro de los escritores con la realidad cubana y de los lectores cubanos con ellos, sobre todo en las mesas que se hacen cada año, donde está la oportunidad de escucharlos, de proponerles temas que puedan ser polémicos, temas que están en debate y ver cómo enfrentan ellos estas cuestiones. O sea, poder escuchar a personas de otros ámbitos, cuales son las experiencias que tienen y enriquecernos con eso.
“El Premio o la Casa no van cambiando por obra y gracia de ninguna inspiración sobrehumana, sino que es precisamente el contacto con estos intelectuales y ver lo que está pasando lo que nos obliga a repensarnos a nosotros mismos. Por un lado tanto el Premio como la Casa intentan ser fieles al propósito inicial, el del año 59: de la investigación, promoción y difusión de la cultura de nuestra región y a la vez irse renovando cada año”, agregó Fornet.
Una vez entregado el Premio Literario Casa de las Américas 2016, los manuscritos irán a la imprenta para procurar estar listos para la próxima edición del certamen. Mientras, la Casa continuará incentivando el quehacer literario e intelectual de la región, para seguir descubriendo —descubriéndonos— en la inmensidad de la América Latina.
(Tomado de Granma)
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