Un diálogo necesario con el profesor Marcos Rodríguez Matamoros, Máster en estudios históricos y antropología cultural cubana, hizo posible acercarnos a una generación que trabaja para desentrañar desconocimientos sobre la arqueología.
“Porque los arqueólogos que existieron en Cienfuegos antes del triunfo de la Revolución – como el doctor Antonio González Muñoz, Ignacio Abello y otros aficionados tenían prácticas arqueológicas que no tienen los actuales arqueólogos sociales, pues iban a los sitios para buscar las piezas más representativas y olvidaban las comunes que son las que mayor información aportan porque, por ejemplo, un indígena pescador podía llevar en su cuello un amuleto muy llamativo, pero también llevaba sus instrumentos para pescar y procesar el alimento y, entonces, aquellos arqueólogos recolectaban las muestras con fines museológicos, sin tener en cuenta los detalles socioculturales.”
Además de esa diferencia, Rodríguez Matamoros insistió en la importancia de ayudar a la interpretación del concepto sobre Historia. “Pero no se trata de un concepto mío, sino que yo me adscribo a una corriente que surge en América Latina, en los años 70, como una resistencia a las corrientes que existían en los países dominantes los que relegaban la historia de otras naciones porque los catalogaban como pueblos prehistóricos. No obstante, el nuevo concepto se basa en que los seres humanos no necesitaron de los documentos escritos para dejar su registro”.
“En el caso de la cerámica de la antigüedad, los sumerios crearon la escritura cuneiforme; antes la piedra, la concha, el hueso, incluso desde el paleolítico. Y, en Cuba, los fechados de laboratorio refieren que en nuestro territorio sureño hubo pobladores indígenas del grupo de pescadores – recolectores hace 2000 o 3000 años atrás. Por lo tanto, la línea de la historia se prolonga desde ese momento hasta que no haya fechados más antiguos.”
El profesor Matamoros es escritor e historiador. Fundó en 1976 un grupo de aficionados a la Arqueología denominado “Jagua” y, actualmente, concluye su libro “Cerámica indígena de Jagua. Tres estudios”.
(Tomado de RCM)
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