Homenaje magnífico a la eximia Alicia Alonso

La pintura y la fotografía son disciplinas con más puntos en común con el ballet de lo que aparentan. Desde los inicios, en el renacimiento hay bocetos hechos por Leonardo da Vinci, en Francia, los pintores del barroco dejan para el recuerdo a los llamados dioses de la danza, los del rococó incorporan, al fin, a las bailarinas y las litografías permiten ver a las grandes del romanticismo.  

En el siglo 20 los pintores de todos los grandes ismos se incorporan a esa comunión, hasta Picasso. Es universal. La tradición existe también en Cuba. Tan temprano como 1946 Servando Cabrera Moreno pinta a Alicia en Giselle, otros grandes de la plástica cubana igualmente se suman, Carlos Enríquez, René Portocarrero, Luis Martínez Pedro, y sobre la obra de Mariano Rodríguez y Marcelo Pogolotti, se han hecho ballets como Flora y Evasión.

Ese diálogo entre las artes plásticas y la danza parece querer complacer al colosal literato alemán Goethe, quien pedía: «Instante, sé eterno, eres tan bello».

Este año en La Habana, la pintura y la fotografía vuelven a quedar seducidos por la belleza de un movimiento perfecto, de un gesto, y han querido, y logrado, detenerlos en el tiempo.

Para regocijo de todos, el maravilloso resultado puede apreciarse en una decena (nos detendremos solo en cinco de ellas) de sugerentes exposiciones inauguradas a propósito de celebrarse dos acontecimientos del mundo de la danza, el  aniversario 75 del debut de la prima ballerina assoluta Alicia Alonso en Giselle y el 70 de la fundación del Ballet Nacional de Cuba (BNC).

ALICIA-GISELLE, COMIENZA LA LEYENDA

Había transcurrido un año de que Alicia Alonso fuera operada de una grave dolencia en los ojos. Era 1943. Ella formaba parte del American Ballet Theatre. «Markova (Alicia también) —rememora la gran ballerina cubana en el libro Alicia Alonso, Diálogos con la danza — enfermó repentinamente y el teatro (el antiguo Metropolitan Opera House de Nueva York) estaba vendido sobre la base del ballet Giselle y los nombres de Markova y Anton Dolin. La dirección del Ballet Theatre no sabía qué hacer, y se le ocurrió preguntar a las principales bailarinas jóvenes…Todas se negaron… En un principio dudaron preguntarme a mí, por mi reciente operación… Pero cuando me lo propusieron dije sencillamente que sí… Acepté, no pensando en sustituir literalmente a la Markova… pues a mí no me interesaba que me compararan… acepté porque así podía bailar Giselle. Lo deseaba tanto, ¡tanto!… Las otras bailarinas, al negarse a bailarlo, tenían una lógica. Ellas usaron el cerebro y yo usé el corazón».

UN ALTO SUEÑO

Como presidenta del Festival Internacional de Ballet de La Habana, para la presentación de su 26ta edición, Alicia Alonso firma la introducción del bellísimo catálogo general: «A siete décadas del inicio de la realización de nuestro alto sueño…luego de años de arduo trabajo, de sacrificio, de hondas satisfacciones… tenemos el reconocimiento artístico internacional de la compañía y sus figuras y de la Escuela Cubana de Ballet… Confiamos firmemente en la generación más joven que hoy integra el Ballet Nacional de Cuba… (ellos) sabrán llevar adelante la compañía defendiendo sus tradiciones y personalidad artística y estilística».

UN MITO CONVERTIDO EN REALIDAD

La dificultad mayor para las fotos de ballet, dicen los expertos, radica en la iluminación, pues deben atenerse a la obra y sus luces. Por lo demás, aprovechar el momento en que el bailarín logra ser como una estatua, cuando logra la plenitud del movimiento, es un segundo apenas. Y en cuanto a Alicia, ella ha resultado siempre sobrenatural, con su movimiento precioso e inconfundible, con un rostro que pareciera reflejar una luz interior.

Todos han quedado embrujados por el arte de Alicia Alonso y ahora cinco artistas nos la devuelven en pinturas y fotos excepcionales que también han logrado captar y detener el mágico instante.

En el Museo Nacional de Bellas Artes, en su Edificio de Arte Universal, por primera vez se exponen reunidas 75 fotos de los fondos del Museo de la Danza tomadas por eminentes fotógrafos internacionales, que revelan momentos escénicos de la prima ballerina en Giselle a lo largo de varias décadas, actuaciones en varios países y con sus más célebres partenaires.

El Teatro Nacional acoge tres exposiciones.  En el vestíbulo de la Sala Avellaneda, la fotógrafa cubana Leysis Quesada muestra su visión del Segundo acto de Giselle, del cual el BNC ha hecho siempre momento de sublime perfección.

La muestra titulada Desde el paraíso de la conocida fotógrafa Nancy Reyes lo sorprenderá en el primer balcón de esta misma Sala Avellaneda. La artista dedicó todo un año a tomar las imágenes de diferentes temporadas de la compañía, pero desde un novedoso ángulo, desde el último piso (que en la isla llamamos el paraíso) de la Sala García Lorca del Gran Teatro de La Habana «Alicia Alonso».

Reyes ha logrado sugerentes imágenes desde esa altura y ofrece al espectador una visión diferente de escenas de obras ya conocidas.

Anni Collier, artista norteamericana de origen búlgaro, bailarina y coreógrafa, y actualmente fotógrafa, evoca en 20 imágenes, A través del lente, su pasión por el ballet.

La pintura se suma al homenaje a la diva con una extraordinaria exposición en el Gran Teatro de La Habana del artista Nelson Domínguez, Premio Nacional de las Artes Plásticas 2009, nombrada Mi amiga Alicia. Como en cada una de sus series, Domínguez quiere agotar todas sus posibilidades expresivas y así lo demuestran las piezas expuestas donde presenta a Alicia en diferentes facetas de su vida: artista, maestra, símbolo de la cultura cubana. El artista provoca al espectador proponiendo una Alicia frontal, humana, un mito convertido en realidad.

En la inauguración Miguel Cabrera, historiador del BNC, compartió un valioso detalle de una conversación personal con Alicia Alonso: «Hace muy pocos días me acerqué y le dije: se acerca el Festival, y me dijo: ¿cuánto falta?  Le pregunté: ¿qué le gustaría bailar? y respondió inmediatamente: Giselle.  ¿Y por qué Giselle?, le insistí. Y me dijo sin titubear: porque Giselle hay que bailarlo con el corazón y la mente. La definición más grande de un artista sobre un acercamiento a una obra.

Siempre Alicia-Giselle, siete décadas y medias de interpretar un rol considerado el más rico y exigente de todo el repertorio clásico. Son decenas las opiniones de coreógrafos y críticos sobre Alicia en el personaje de la campesina-willi. Hay un impacto especial en esta de Oliver Merlin en Le Monde, 1966: «Olga Spessívtseva, Alicia Markova, Galina Ulanova, en el pasado; Margot Fontayne e Ivette Chauviré, en el presente: he aquí las únicas grandes Giselle conmovedoras. Sin embargo, Alonso, no sé por qué misterio, logra mantener su rango de primera estrella en esa vía láctea».

Homenaje magnífico a la eximia Alicia Alonso, a quien el próximo diciembre volveremos a celebrar en su cumpleaños 98.

(Tomado de Granma)

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