Al cementerio Tomás Acea, de la ciudad de Cienfuegos, llegaron este martes familiares, amigos y colegas de José Díaz Roque, a propósito del primer aniversario de la muerte del reconocido intelectual, el 22 de octubre.
El homenaje, organizado por la biblioteca provincial Roberto García Valdés, rememoró también su inicio en esa institución cultural, donde laboró durante varios años, al frente de la sala orientada a la atención de los ciegos.
Alexis García Gascón, empleado de la biblioteca, recordó que «a Jose le gustaba mucho leer. Siempre lo veía con un libro en la mano, su cigarro y un termo con café al lado. Yo trabajé con él durante casi dos décadas y para mi fue un maestro. Tenía paciencia para tratar a las personas con discapacidad. Eso vale mucho».
Como parte del homenaje se inauguró la exposición Un cienfueguero defensor de la cultura nacional, muestra que exhibe fotografías sobre la vida privada y profesional de José Díaz Roque, incluidos algunos de sus libros y trabajos inéditos.
Los mástiles del tiempo, Como la hierba y La radio en Cienfuegos (en coautoría con Doris Era González) figuran entre los títulos que legó en su prolífera trayectoria de escritor, investigador, conferencista y bibliógrafo.
Marleni Muñoz Frías, empleada de la biblioteca, comentó que «más allá de cualquier válida exaltación del talento de Jose, virtudes y cualidades personales, es preciso resaltar el mayor de sus méritos: su tesón por poner bien en alto el nombre de nuestra cultura.
«Jose –evocó- se refugiaba a diario en el quehacer cultural, avalado por premios, distinciones y todo tipo de reconocimientos. Sin embargo, no albergó ningún ego que lo apartara de su manera de ser: sencillo y natural».
Fundador de la revista Ariel, José Díaz Roque devino uno los más importantes promotores literarios en la región centro sur de Cuba. Por otro lado, desde los años 90 se desempeñó como sacerdote de la Iglesia Católica Liberal.
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