El panorama danzario en Cuba quedó marcado en 2018 por varios estrenos mundiales de las principales agrupaciones del país y la realización de un Festival Internacional de Ballet con la participación de numerosos países.
Danza Contemporánea de Cuba (DCC) sorprendió con una nueva obra de la coreógrafa británica Lea Anderson, basada en una pieza histórica del Reino Unido, Los amores de Marte y Venus. Para la creadora fue una oportunidad maravillosa trabajar con bailarines de excelencia entrenados en una forma de movimiento diferente a la usual en su país de origen.
En 2018, la compañía madre de la danza contemporánea en la isla interpretó por primera vez La segunda piel, una coreografía de Julio César Iglesias, artista residente del TanzHaus NRW de Dusseldorf, en Alemania; y Más allá del polvo, del actual bailarín y coreógrafo de la compañía británica Rambert Miguel Altunaga.
Pero, sin dudas, el acontecimiento trascendental devino el estreno de una versión de La consagración de la primavera, creada para la compañía por los coreógrafos franceses Christophe Béranger y Jonathan Pranlas-Descours.
El riesgo que corre cualquier interpretación de esa pieza fue superado en Cuba con medios propios: movimientos de caderas, hombros y torso, con la flexibilidad y soltura peculiar en el país, pero inmersos en la férrea técnica de la danza contemporánea.
Los coreógrafos galos captaron muy bien la forma de moverse de los nativos de esta isla y concibieron una obra donde cubanía y universalidad se entrelazan en armonía.
Por cierto, el director de DCC, Miguel Iglesias, recibió el Premio Nacional de Danza 2018, en reconocimiento a su labor frente a un conjunto de vanguardia en esa manifestación a nivel mundial.

La compañía Acosta Danza en la esquina de Paseo y Malecón. Foto: Acosta Danza/ Facebook.
Mientras, la compañía creada por el estelar bailarín Carlos Acosta regaló al panorama danzario cubano obras de estreno en el país caribeño de los reconocidos coreógrafos María Rovira, de España; Sidi Larbi, de Bélgica; y Christopher Bruce, de Gran Bretaña.
El joven bailarín Raúl Reinoso se inspiró en nociones del budismo zen para crear Satori, para Acosta Danza, un espectáculo sobre la búsqueda de la iluminación espiritual.
Los bailarines y coreógrafos Saburo Teshigawara, de Japón, y Pontus Lidberg, de Suecia, compartieron el escenario en Cuba con el conjunto artístico en una temporada de estrenos mundiales de ambos creadores.
Aunque, quizás, el espectáculo de mayor trascendencia para el público dentro y fuera de la isla sea la actuación de Acosta en Yuli, una película que protagonizan y aún puede ganar premios luego de conquistar el lauro de ese apartado en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián, España.
Por su parte, el 26 Festival Internacional de Ballet de La Habana Alicia Alonso, realizado del 28 de octubre al 6 de noviembre, en diversos teatros de esta capital, exhibió en más de una veintena de espectáculos maneras diferentes de pensar el movimiento, con agradables dosis de frescura, virtuosismo y teatralidad.
Los protagonistas de una docena de países se comportaron cordialmente en los salones pero en escena como si estuvieran en una emocionante Olimpiada, entre ellos, el Ballet del Gran Teatro de Ginebra, Suiza; el Ballet Nacional de Praga, República Checa; y el Danish Dance Theatre, de Dinamarca.
Bajo el título de Stars of American Ballet danzaron en el Festival artistas del New York City Ballet como Daniel Ulbricht, Teresa Reichlen, Ask la Cour, Sterling Hyltin, Adrian Danchig-Waring, Indiana Woodward y Gonzalo García.
A ellos se sumaron los también bailarines norteamericanos Joseph Gatti y Danielle Diniz; así como los especialistas en bailes de salón Antonina Skobina y Denys Drozdyuk, ambos oriundos de Ucrania pero residentes en Estados Unidos.

Viengsay Valdés y Dani Hernández en Giselle II acto. Foto: Alfredo Canatello/ BNC.
La entidad organizadora, el Ballet Nacional de Cuba (BNC), desarrolló la 26 edición de la cita enfocada en celebrar los 70 años de su fundación, un hecho que dio lugar a la única escuela de ballet en Latinoamérica con sello propio y reconocimiento universal.
Una de las particularidades de la programación del evento fue la gran temporada prevista para festejar los 75 años del debut escénico de Alicia Alonso en el clásico Giselle, asumida por primeras figuras cubanas y foráneas.
El público vivió funciones inolvidables gracias al esmero de la surcoreana Hee Seo, el norteamericano Cory Stearns y los cubanos Viengsay Valdés, Sadaise Arencibia, Grettel Morejón, Rolando Sarabia y Dani Hernández, entre otros bailarines.
Al inaugurar el Festival, el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, exaltó la historia y la labor trascendente del BNC al cumplirse siete décadas de fundada esta compañía, declarada en 2018 Patrimonio Cultural de la Nación.
Otro conjunto de gran realce en el país, Lizt Alfonso Dance Cuba (LADC) presentó en el Auditorio Nacional de México ÂíCuba vibra!, un espectáculo que recorre la música popular cubana y los bailes del país caribeño desde la segunda mitad del siglo XX hasta la actualidad.
En Cuba, compartió la escena con artistas del Ballet Nacional de Panamá en el espectáculo Latido, retomó Alas y la directora y coreógrafa Lizt Alfonso resultó ubicada en el cuarto puesto -por América Latina y el Caribe- entre las cien mujeres más inspiradoras e innovadoras de 2018, según la lista anual de la cadena británica BBC.
Sin dudas, el espectro danzario en el país caribeño este año se ensanchó, en aras de la diversidad y, por tanto, la riqueza artística.
(Tomado de Cubadebate)
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