Solo la sensibilidad de Lourdes Díaz Canto puede explicar su fino tacto y éxito en la elaboración de esas habituales nanas suyas que ha seleccionado para su nuevo libro. La escritora cienfueguera es sinónimo de ternura y únicamente de esta podría brotar ejercicio creativo semejante. Leerlo supone confiar en que el amor será capaz de salvarnos, todavía.
Arrorró Melanie (Editorial Mecenas, 2014), escogida entre las Lecturas de Verano por el Centro Provincial del Libro y la Literatura de Cienfuegos, constituye el decimoséptimo libro publicado por la poetisa y narradora de 82 años, integrante de la UNEAC. Están compiladas aquí decenas de canciones de cuna, las cuales ella dedica a la niña del título —su biznieta—; a sus tres nietos y por supuesto a su hijo, Ricardo, quien fue el primero en inspirarlas.
Mirtha Luisa Acevedo Fonseca, estudiosa y experta en la obra de Díaz Canto, afirma en el prólogo de Arrorró Melanie que “la escritora incluye en sus textos a disímiles actores en una verdadera ronda de personas, animales, objetos o elementos de la naturaleza, un divertimiento literario donde pretende dormir hasta lo más inusitado (…) Si se trata de temas infantiles, el juguete se convierte en personaje”.
Cuanto queda claro en todo el libro es la devoción y la importancia que en su vida creativa y personal Díaz Canto le concedió a esta manifestación poética. Si uno de sus textos pudiera hablar por todos, sería seguro el titulado ¡Adelante nanas!
Escribe ella aquí: “Mi puerta abrí a las nanas./Con su tanta ternura/me limpiaron el alma:/sacudieron el polvo en los rincones,/cuchichearon detrás de las mamparas,/les colocaron flores a mis búcaros,/baldearon debajo de las camas./No dejaron vestigio de desvelos:/¡ni siquiera una red en las arañas¡/Perfumaron el aire,/ oyeron música/de la que esconde mi cajita mágica/y se sintieron novias de Morfeo/después de estar escritas y cantadas./ Con las nanas entraron: la Alegría,/un ángel, y hasta un güije que volaba, para hacerme soñar con trampampojos,/para hacerme dormir con sus palabras”.(Tomado de Granma)
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