A 103 años de su aparición, la edición conmemorativa del libro Los negros esclavos, de Fernando Ortiz, presentada ayer en la Casa de África del centro histórico habanero, confirma los extraordinarios valores de una obra esencial para la comprensión del ser cubano.
El poeta y etnólogo Miguel Barnet, presidente de la Fundación Fernando Ortiz, institución que auspició la publicación junto a la editorial Ciencias Sociales, calificó el ensayo como un aporte «insuperado e insuperable», que marcó una etapa decisiva en el desarrollo particular del pensamiento orticiano y, en sentido general, en una nueva perspectiva del conocimiento de la identidad nacional.
Señaló cómo en apenas diez años el estudioso dejó atrás los límites del enfoque positivista predominante en Los negros brujos, para conseguir con Los negros esclavos, en los albores de la república, una visión hasta entonces inédita sobre el origen, impronta y destino de los africanos esclavizados, a partir de fundamentos históricos, jurídicos, económicos y sociológicos.
No fue fortuito el hecho de que junto a la nueva edición del libro la Fundación pusiera en circulación el número 34 de su revista de antropología Catauro, cuyo cuerpo central recoge ensayos del norteamericano Ivo Miller y el cubano Tomás Fernández Robaina acerca de los antecedentes africanos de la sociedad abakuá y la cubanía de la Regla de Ocha, entre otros temas.
Con ello, según Barnet, la institución honra su mandato en función de ensanchar los caminos abiertos por Don Fernando y promover un legado más vivo y necesario que nunca para la nación, cuando estamos a punto de conmemorar, el próximo 10 de abril, el cincuentenario de su deceso.
Favorece la lectura de Los negros esclavos el prólogo escrito por el doctor Jesús Guanche, quien subraya que revisitar ese estudio «hace posible avistar cuánto Ortiz hizo en su época y cuánto se ha avanzado para rendir tributo a su memoria y especialmente a su obra, patrimonio compartido de nuestra cultura», el cual se suma al que acompañó la edición de 1975, debido a uno de los más lúcidos intelectuales cubanos del siglo XX, José Luciano Franco.
(Tomado de Granma)
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