Museo Hermanas Giral: donde habita un pedazo del ayer

Pocos espacios en Cuba procuran un acercamiento a la impronta de la clandestinidad durante la gesta revolucionaria. Tal resulta el encargo, en Cienfuegos, del Museo Hermanas Giral, institución que a lo largo de 30 años invita a repasar, desde los desvaríos del presente, la constancia del ayer.

Fundado el 16 de noviembre de 1984, el centro cultural no solo asume la responsabilidad de socializar, mediante un grupo de piezas de valor histórico, el quehacer de María de Lourdes y Cristina Alicia Giral, integrantes del Movimiento de Resistencia Cívica, sino también la obra de otros hombres y mujeres volcados a similar causa.

De acuerdo con Yoana Mexidor Bécquer, museóloga, «como parte de las actividades previstas para celebrar las tres décadas del museo —circunscrito en la casa natal de las Giral, incluida en la zona declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad?, pretendemos realizar muestras itinerantes, circulantes y transitorias, fuera y dentro del inmueble».

Y no puede ser otra la manera. En un contexto trastocado por los cambios, deviene necesario volver al pasado tantas veces sea posible, no para martillar ideológicamente a la gente, pero sí en función de fortalecer en la conciencia individual y colectiva de los cubanos la identificación con la Historia de la Revolución.

En ese afán, trasciende la labor del aludido recinto. Según Cosme Viciedo Malo de Molina, divulgador, “aquí existen cinco salas: dos dedicadas al Movimiento 26 de Julio en el período 1952-1959, y el resto a la vida de la familia Giral Andreu.

«Ahora, un interés nuestro constituye la mirada a la mujer. Por ejemplo, potenciamos una aproximación a la figura de Norma Carlota Acosta Rodríguez, primera fémina que entró en Cayo Loco con revólver en cintura. Al final, el objetivo es intercambiar con toda la población cienfueguera».

De hecho, el trabajo externo de la institución rebasa los marcos de la comunidad donde se inserta, pues su ejercicio implica a escuelas, programas de atención social, centros penitenciarios y entidades del territorio; además de contribuir a la promoción del talento artístico local. Sin embargo, existen debilidades…

«Aunque nosotros, de forma coordinada, hemos podido lograr una visita regular y sostenida, todavía nos sentimos insatisfechos, pues quisiéramos que niños, jóvenes y maestros llegaran acá con mayor frecuencia, en aras, incluso, de enriquecer el conocimiento de los estudiantes», comenta Mexidor Bécquer.

Más de mil visitas recibe la instalación por mes, cifra que habla a favor de quienes allí empeñan sus días. Pero mucho queda por hacer. ¿Cómo colocar al museo en la preferencia de las nuevas generaciones?  ¿Cómo atraer, espontáneamente, a los ciudadanos? Tal vez se deba perturbar algo el silencio, destronar el tedio. El museo Hermanas Giral lo merece. Allí habita un pedazo de nuestro ayer.(Tomado de 5 de septiembre)

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