En la Escuela de Oficios para la Restauración Joseph Tantete Dubruillier el arte de los especialistas que allí se forman cobra vida, pues ellos logran eternizar los valores de Cienfuegos, urbe decimonónica fundada por colonos franceses a inicios del siglo XIX, y cuyo Centro Histórico Urbano integra la lista del Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Ahora la institución, adjunta a la Oficina del Conservador de la Ciudad de Cienfuegos (OCCC), suma a sus valores un laboratorio de conservación y restauración de papel, segundo habilitado en Cuba, según nos expresa Lisvany García Díaz, especialista.
“Hace poco el Instituto Italo Latinoamericano (IILA) donó toda la logística de este laboratorio e impartió un curso. Resaltamos que es importante la conservación, porque la restauración solo interviene el soporte físico, no devuelve totalmente la materia original, quedan lagunas”.
Así nos explica, mientras trata añejos ejemplares del periódico La Correspondencia La Correspondencia, con la ayuda del alumno Jorge Luis Padrón Amor, de tercer año de licenciatura en Historia en la sede universitaria Carlos Rafael Rodríguez, de la Universidad de Cienfuegos.
“Son de ediciones de 1898 y estaban guardadas en muebles que atesoramos; lo más importante es establecer un orden de prioridades: les hicimos limpieza con solución alcalina, ahora aplicamos velina en las partes dañadas y luego procedemos a la digitalización”.
En el mundo actual es vital preservar la identidad creada por los pueblos; estas labores apuntan a conservar el patrimonio histórico cultural. Los documentos escritos constituyeron importantes vehículos para la transmisión de cultura: recordemos que durante la Edad Media, monjes copistas legaron con su trabajo silencioso gran parte del quehacer grecolatino.
Mery Berta Pérez Lorenzo, jefa del departamento de Investigaciones Históricas de la Oficina del Conservador, dijo que el proyecto tiene antecedentes en el trabajo emprendido por el historiador Eusebio Leal en La Habana Vieja. Cienfuegos clasifica como la primera ciudad fuera de la capital con tal avituallamiento:
“Contamos ahora, gracias al proyecto IILA, con secadero de papel, dos mesas de luminosidad, además una cámara, lupa y lentes de digitalización. La restauración es lenta y costosa, por eso es prioridad conservar, eso lo interiorizamos durante las clases teóricas”.
La Perla del Sur tiene ahora con un moderno laboratorio y la experiencia de los colaboradores de Italia. Vale destacar que en ese país, en Santa María di Praglia, funciona uno de los talleres más antiguos de Europa con esos fines.
Los libros y otras fuentes originales son documentos vivientes, y el desarrollo de las nuevas tecnologías es un proceso natural que debe incorporarse a la preservación de legados ancestrales que son parte de la expansión cultural. Así la escritura en papel jamás desaparecerá del horizonte vivencial de las personas. (Tomado de Cinco de Septiembre)
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