Óleos a los “Cuatro Vientos”

Amanecer a más de 800 metros sobre el nivel del mar es para la mayoría de los futuros artistas cienfuegueros  su primera vez. Con apenas 16, 17 y 18 años, jóvenes estudiantes de la especialidad de artes plásticas de la Escuela de Arte “Beny Moré”, miran con asombro  y algún temor el espectáculo, mientras atraviesan  la serranía del macizo Guamuhaya.

Les espera el Campamento de Exploradores  “Arnaldo Milián”, a más de 800 metros sobre el nivel del mar, que por cinco años ha acogido a las promociones de la academia en su empeño: dedicar una semana a pintar paisajes al natural.

“Es la academia fuera de sus predios: sacarlos  de las aulas y caballetes y enfrentarlos  a “Cuatro Vientos”, a su exuberante naturaleza y a la explosión de colores y matices que ofrece la montaña;  ese es el objetivo explícito”, asegura el profesor José Ernesto Saborido Martín, fundador de esta experiencia un quinquenio atrás.

“También queremos acercarlos a la “naturaleza” de las personas que habitan estas lomas, su vida,  su sencillez, y sensibilizarlos con otra forma de vida distinta a la de la ciudad”.

Son en esta ocasión una veintena de alumnos de primero hasta tercer año y en esta como las anteriores al finalizar la semana deberán haber aprehendido su  propio paisaje en un óleo.

Juan Lisdán Guerra, “Juanli”, como los llaman sus colegas de primer año, vive “monte adentro”,  a una hora de camino de la Villa de Trinidad;  es tal vez el único que tiene experiencias similares de contacto directo con la vida silvestre,  sin embargo el impacto de las imágenes que tiene frente a si le dejan indeciso, y en su primer día sube a la cima del viejo mirador del campamento porque quiere captar hasta donde la vista alcanza al horizonte…

“Había pintado paisajes, pero siempre a través de una fotografía, y por vez primera “al natural”, ha sido un desafío,-  confiesa Lourdes Santana,  porque cuando piensas que has puesto un color, la flora se muestra otro y otro y los profesores exigen que los captes.”

La pareja de Thalía Curiel y Marcos Gil, remonta  el camino de interminables escaleras hasta los límites del campamento. Esta vez no  buscan la tranquilidad  de uno de los parques “de los enamorados” de la instalación, sino la complicidad de sus espacios para mirar juntos hacia el infinito manto de vegetación.

Junto se les ve definir la composición de sus cuadros; el de ella atrapará aquel algarrobo  y parte de uno de rústicos albergues que han acogido durante décadas a los niños y jóvenes exploradores; el de él se sumirá en los misterios de sendos cedros como queriendo ceñir con pinceladas el color con que les ha teñido el tiempo.

Para ambos es la primera vez que pintarán al óleo un paisaje: “Es diferente a la tempera que seca rápido y puede craquelarse sin que puedas  dar matices, él óleo es difícil pero te permite lograr más matices, mezclar con más tiempo”…”La  luz aquí también sorprende porque cambia de una forma que te transforma en segundos el color”.

Junto a los profesores Yeilier Ramos y José Ernesto Saborido, han subido a Cuatro Vientos  reconocidos artistas locales. Darvid Farnúm, Armando Cuba, pintores del municipio de Cumanayagua, graduados de esta academia, ayudan a corregir colores y formas en cada sesión.

José Basulto Caballero, multipremiado artista naif y el escultor villaclareño  Vicente Martín Brito, “El tio”, como ya es tradición dejarán su huella de cemento y color en murales a relieve del campamento.

Disponen de cinco  jornadas en diseñar y conformar un globo aerostático que llevará consigo los recuerdos de esta edición aupado por los cuatro vientos que soplan desde los puntos cardinales.

Alumnos más aventajados en sus pinturas, de  segundo y tercer años,   invierten tiempo en restaurar los “Gaujinautas”, el mural que signó la edición de esta “pintada” en 2013.

Una tarde hay para conocer la posa del Venado, una de las bellezas locales, a más de cincos kilómetros de distancia: entrenamiento de las piernas en caminatas intramontanas.

Otra tarde hay espacio para que los “profes”, compartan en concursos cuyos premiados tal vez un día sean sus alumnos en “Beny Moré”.

Pero hay que terminar los paisajes y es preciso corregir pinceladas  a cada  aprendiz  disperso entre tanto verde circundante y explicar cómo lograr un tono, cómo usar el aceite de linaza, cómo dar un reflejo de luz en la hierba y asir un forraje y captar un cielo siempre teñido diferente…

Pero igual tanto subir- y- bajar- y- comenzar- la- semana- con- la- crítica- del- trabajo- de- ayer- que- hay –que- mejorar- valido la pena: “Hay mucho talento para la paisaje”, asegura el profesor de pintura de segundo año;  “Ha sido una de las mejores ediciones esta “Academia en las lomas”,  asevera el profesor José Ernesto: porque la mayoría nunca antes había pintado al óleo, al natural, que es muy difícil en tan poco tiempo, y han dejado cada uno su particular paisaje  de Cuatro Vientos”.

(Tomado de Perlavisión)

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