El Consejo Provincial de las Artes Escénicas le acaba de conferir el Premio Provincial de Danza 2015 a Joel Zamora. Justa decisión avaladora de la constancia, el talento y la profesionalidad de un artista que, entre sus muchos méritos, cuenta el de haber colocado a Cienfuegos dentro del mapa del flamenco en Cuba y hasta de la misma Andalucía: cuna del género.
Hace 19 años el creador le comentaba a este periodista cultural —en la que fuera la primera entrevista de prensa realizada al bailaor y cantaor nacido aquí en 1972—, que su vida había estado signada por el reto. En el actual diálogo reitera el mismo criterio.
Recuerda ahora cómo debió afrontar rechazo e incomprensiones por parte de algunos cuando, dos décadas atrás, lanzó su idea de crear una escuela del género en el territorio. Pero, por fortuna, también recibió el necesario apoyo de otros simpatizantes para, a la larga, fundar, en 1996, la Academia de Baile Flamenco de Joel Zamora, y la Compañía homónima cinco años más tarde (ambas las primeras de su tipo fuera de la capital).
La perseverancia, la rotundez de su quehacer y la fe del miembro de la UNEAC le permitieron capear esas usuales impugnaciones que en el terreno cultural a cada rato les suelen caer a quienes trabajan bien en lo suyo de parte de quienes hacen lo contrario, tras consolidar la valiosa labor académica y profesional de ambas instituciones, de las cuales hoy día se enorgullece la ciudad.
Él volcó su vida en los empeños de la Academia y la Compañía. Por la primera han transitado centenares de alumnos. «Las de mejores expedientes acumulativos y condiciones son audicionadas y pasan a ser bailarinas profesionales; de las niñas que comenzaron conmigo en 1996 con solo siete años hoy tres forman parte de mi Compañía y además son maestras de la Academia: se nombran Soteris Roldán, Nayara Hernández y Diana Lourdes Pernús».
La Compañía ha conseguido cumplir el desafío de mantener el flamenco en cuanto es: arte, a partir —entre otros elementos— de la superación constante de su mentor, quien ha recibido clases de la manifestación de prestigiosos maestros de España como Ana María Marín Simón, Israel Galván o el célebre «Carrasco», y de grandes maestros nacionales, a la manera de María Acela Bermúdez u Olga Bustamante.
De las numerosas obras montadas para uno u otro cuerpo destaca entre sus predilectas La dama azul se viste de flamenco (1998), pieza capaz de trasladar con donaire al patrón danzario del flamenco una leyenda de Cienfuegos; y Homenaje a Antonio Gades (2007), una obra de mucha búsqueda, rigor y acabado concitadora de elogios de cubanos e ibéricos. Su material más reciente fue titulado Entre pitos y flautas; en la actualidad preparan el nuevo trabajo escénico.
Caso inédito entre el gremio cubano de los cultores del flamenco, Joel mantiene estrecha interacción con las bases de su arte en Andalucía, donde ha efectuado varios conciertos. «Mi primer viaje fue en 2010, cuando actué en Peña Flamenca Juan Villar (panteón sagrado del género), donde tuve el gusto de ser acompañado por Juan Ramón Baró, verdadera institución de nuestro género. Otra igual como lo es el propio Villar me distinguió con la entrega de la Insignia de Plata, honroso mérito para alguien que hace flamenco sin ser andaluz. En dicho sitio colgaron mi foto en la pared, junto a astros españoles. Tres años más tarde realicé otro recital en la mencionada Peña y además uno en La Platería (también plaza referencial de la disciplina) organizado por la Universidad de Granada. Fue impresionante la recepción de gente que llevan ese ritmo en la sangre y han apreciado miles de representaciones de sus creadores locales, lo cual me llenó de satisfacción».
El Gitano de Cuba, quien canta y danza desde los ocho años y a sus 17 ya era bailarín profesional en el Hotel Kawama, de Varadero, tiene el empuje de una locomotora. Torbellino de proyectos, relata que uno de sus más caros anhelos es ver publicado su libro Plan de estudio para la enseñanza del baile flamenco: una visión desde Cuba, el cual escribió a lo largo de doce años. Sin parangón en la Isla, contiene completa metodología sobre el tema, de notable valor didáctico para formar integralmente a los bailarines. Amén de llenar histórico vacío editorial, su publicación contribuiría a adiestrar a estudiantes y profesionales de todo el país.
La agenda anual del flamante Premio Provincial de Danza 2015 no encuentra tiempo para el reposo. En marzo desarrolla el Concurso de improvisación, interpretación y coreografía del baile flamenco; a lo largo de julio promueve sus Cursos de verano (participan personas de varias provincias) y en diciembre ejecuta el evento Hispanarte donde, como él mismo dice «no solo hay canto y baile. Es un certamen de marcado sello identitario donde son expuestos libros relacionados con las tradiciones españolas, proyecciones y debates de audiovisuales vinculados al flamenco, concursos de platos peninsulares…».
Pero, además, Zamora prepara la revista Tablao; participa en innumerables eventos culturales; tiene dos espacios fijos (en el Café Terry los tres primeros sábados de cada mes y el cuarto en el Muelle Real, este promovido por la Oficina del Conservador de la Ciudad); conduce un segmento de cocina española en el programa de Perlavisión Con todos los acentos y cuenta con la peña comunitaria El patio andaluz.
Bajo los auspicios de la UNEAC y la Sociedad Cultural José Martí, cada domingo transcurre dicha peña en su casa, en la calle Gloria. En poco más de dos años de funcionamiento, Zamora ha logrado configurarle una identidad muy andaluza. Por aquí han transitado disímiles personalidades de la cultura —refiere el entrevistado—, como Lázaro García, Reynier Mariño, Ana María Salas o los integrantes del trío Los Bohemios, por citar algunos.
Por último, Joel agradece el Premio Provincial de la Danza, a quienes decidieron otorgárselo. Aprecia el lauro como una recompensa al tiempo y la labor emprendidos en la Academia y la Compañía, en un terreno donde varios proyectos mueren la víspera, mientras que otros se mantienen solo a través de escaso tiempo. La virtud de preservar su objetivo es tan solo una de las no pocas que lo distinguen. A esta suma la sencillez, la cordialidad, la laboriosidad, su talante afable, su vocación familiar y el deseo de transmitir a muchos el arte al cual decidió dedicar su vida.
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