Promover la cultura en la casita de mampostería…

Siempre resulta un beneplácito toparse con los habitantes del Macizo de Guamuhaya en Cienfuegos, unos, volcados en las faenas agropecuarias, con el aroma del café hasta en los poros, y otros, como Aliesky Escalante Cardoso, dedicados a otras ramas del ámbito sociocultural en El Nicho, para que nadie diga que en tanto espesor montuno escasea el nivel cultural y las opciones para cultivarse.

Quizás hace diez años no había otro entretenimiento que jugar dominó debajo de un foco, y para los niños, mataperrear por los caminos, los patios y hojear un libro solo en las horas escolares. Pero hace una década un local de mampostería y techo de fibrocemento devino centro de confluencia de pequeños, adolescentes, jóvenes y adultos. Así, El Nicho tuvo su centro cultural. Desde el inicio, Aliesky, solícito, ya preparaba las primeras actividades investido de su función, de su misión, pues ya El Nicho también tenía un promotor cultural.

 

«Para esta labor pidieron una persona con doce grado de escolaridad. No lo pensé mucho, me decidí a asumir esta responsabilidad. Soy técnico medio de Agronomía y trabajaba en la Empresa de Café, entonces tuve que pasar dos años el curso de promotor hasta graduarme, de esa manera ya contaba con herramientas para desempeñarme en estos menesteres».

El trabajo con los niños —para quien lo disfruta— siempre es gratificante, pues la propia candidez de los infantes incentiva la dedicación a enseñarles, instruirlos. Verlos crecer, no solo en tamaño, sino en las maneras de expresarse, superarse… estimula nuevas iniciativas.

«Se prestan libros tanto a niños como a adultos, también juguetes, pues contamos con una ludoteca, lo cual tributa fundamentalmente al programa Educa a tu Hijo. Tres veces a la semana proyectamos películas, les proporcionamos medios para dibujar. Durante las Ferias del Libro y la Literatura, voy hasta Cumanayagua, traigo la mayor cantidad de ejemplares que pueda y se los vendemos a los montañeses.

«Antes, cuando no contábamos con esta alternativa, se nos dificultaba mucho el trabajo, pues no existía un lugar donde aglutinar a los interesados por las diferentes manifestaciones del arte, ni donde fomentar en los niños el interés por dichas ramas. Ahora, además de erigirnos como el centro cultural por excelencia del asentamiento, tenemos una estrecha vinculación con la escuela, pues la mayoría de las veces trabajamos de conjunto».

Hoy no luce como una simple casita de mampostería y techo de fibrocemento, las huellas del paso de las bienales de artes plásticas dotan al sitio de un ambiente a tono con su condición. Cualquier visitante, hasta el más despistado, puede notar que allí se fomenta la cultura, incluso, imaginar que dentro cohabitan dibujos, libros, canciones, sueños… «Gracias a la bienales tenemos esculturas, pinturas y murales que ayudan a decorar el lugar. También esa es una oportunidad para que las personas conozcan más sobre la plástica y sus diferentes manifestaciones».

Esa experiencia de esparcir el arte, Aliesky no la cambia por su antigua labor vinculada al campo, y no es que esquive el trabajo de la agricultura, sino que encontró su realización en esa suerte de intercambio, fundamentalmente con los niños. Su constancia para que el aburrimiento no abrume a los pobladores de allí, ni yazcan ajenos al conocimiento de las artes, da fe del sentido de pertenencia, del esmero con que promueve la cultura en la casita de mampostería y techo de fibrocemento.(Tomado de 5 de septiembre)

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