Reír exageradamente ante los problemas

La sala de exposiciones Juan David, de la Editora CINCO de Septiembre, de Cienfuegos, acoge las obras de Daniel Acebo Rodríguez, artista del humor gráfico que compartió sus experiencias para este sitio web

Sus obras llamaron la atención del público, sobre todo aquella donde un músico tenía como tumbadoras las nalgas de una criollita, como esas mujeres «dotadas» que pintaba Wilson. Mas la exposición también incluía otro tipo de impresiones digitales, que como buen humor gráfico, invitan a reír y reflexionar.

Así se nos presentó Daniel Acebo Rodríguez por primera vez, porque para ser sincera, nunca antes había escuchado hablar de él.

 

¡Y qué buena presentación! Tras la modestia de un artista que tiene todos los reconocimientos para «dársela de Van Van», conversamos con un pintor que por «atrevido» ha logrado muchas cosas.

Natural de Sagua la Grande, el pertenecer a una provincia como Villa Clara fue una garantía para sus aspiraciones de niño, ese que consumía comics e historietas, como el arroz blanco del diario.

«La publicación más cercana que tenía era Melaíto y un dibujante de esa revista era de mi localidad. A partir de ahí, me empiezo a preocupar por los dibujos, pero también por las firmas, y los veía y diferenciaba por aquellos que usaban el clásico globo del mensaje y otros que hacían el chiste sin necesidad de ponerlo.

«El humor maneja mucho el absurdo, y entonces veía el mensaje, y eso me llamaba la atención, sobre todo por la sencillez de las obras. Luego imitaba estas cosas también».

Para suerte de Acebo, tuvo la ayuda de una estudiante de Psicología, quien advirtió su interés por esa manifestación de las artes plásticas y comenzó a proporcionarle materiales.

«Me suministró libros y tenía una especie de colección de comics clásicos de los años 40, 50 y hasta de los 60. Ahí comienzo a imitar. Incluso, cuando voy a ‘San Alejandro‘, se reflejaba en mis pruebas la marcada influencia de este tipo de dibujo, que fue creciendo poco a poco, escalonadamente y se hizo más fuerte junto a la práctica.

«Hasta en los ejercicios de la Academia me señalaban que no eran ilustraciones realistas, sino más bien graciosas y cómicas, y que debía copiar más del libro de lectura, pero todo me salía exagerado. Desde ahí se notaba la dirección que tomaría mi carrera y hasta hoy no he podido desprenderme de eso».

Uno de los profesores notó su apego hacia esas técnicas, y se percató de que Acebo era «un caso perdido».

«Se dio cuenta de que ese dibujo formaba parte de mí, me hizo unos señalamientos y me proporcionó otras ideas. Así iniciaron las exposiciones y a las personas les gustó. ¡A mí me premiaron!».

Otra de las influencias para los caricaturistas cubanos y también para Acebo, es el DDT, suplemento humorístico del periódico Juventud Rebelde, adonde llegó por pura osadía.

«En La Habana ya había muchos estanquillos de revistas de comics, el DDT salía con ocho páginas, y esto hizo que me interesara por la instantánea callejera. Las pocas historietas que realicé, no resultaron tanto.

«Un amigo y yo hicimos varias cosas, y nos preguntamos por qué no nos presentábamos en la redacción del DDT. Al llegar, encontramos a todos aquellos dibujantes de espalda. Nos miramos, y al ver que nadie nos atendía, observamos lo que estaban haciendo.

«Para nosotros, consumidores de sus obras, verlos en persona era algo mágico y emocionante. Encontrar sus taquillas abiertas, con caricaturas personales, fue magnífico».

Acebo y su amigo dejaron allí sus ilustraciones. Luego un conocido le comentó que había salido algo suyo en el DDT.

«Me dio muchísima alegría y dibujé más. Pero la cosa se fue diluyendo, porque nos publicaban muy poco, algo explicable, porque ellos, aunque aceptaran colaboraciones, tenían una plantilla fija de buenos dibujantes.

«Además, las clases de dibujo tenían un mayor rigor, por lo que el aprendizaje se fue apartando un poco. Acepté los ejercicios con un toque de humor, pero ya estas cosas eran para exposiciones. Las clases tenían mucho rigor y de ahí aprendí muchas técnicas, y cosas que me fueron muy útiles cuando terminé».

El servicio social lo trajo de vuelta al centro, un poco más al sur, en la Escuela de Arte de Trinidad. Allí impartió un taller de expresión creadora, donde no podía dejar de explicar y mostrar «las cosas del humor».

«Siempre llevaba muestras para que los alumnos las vieran, y entre estas, cosas de humor y revistas. Después tuve la posibilidad de impartir un taller de humor gráfico, solo unas horas a la semana, sin embargo resultó muy útil y por ahí pasaron infinidad de muchachos que hoy por hoy ejercen su profesión de caricaturistas y siempre están muy activos».

Entonces, en aquel municipio, Acebo encontró el sitio perfecto para crear.

«Esa ciudad me llamó mucho la atención. Se respira un ambiente muy rico culturalmente. Hice  amigos, fue como tomar un centro. De ahí voy a La Habana, Santa Clara, a participar en diferentes concursos nacionales e internacionales, y me comenzaron a premiar lo que estaba haciendo. Tales reconocimientos provocaron que me afincara todavía más  en mi trabajo».

¿Dentro del humor, qué prefiere: la caricatura personal, la temática política…?

«A mí me gusta mucho la rapidez de la caricatura personal como la política. A veces, para concursos tengo que adaptarlas a otros géneros y trato de combinar con diversos materiales, poniendo en práctica lo que aprendí en la Academia, y esos conocimientos no se olvidan, por lo que trato de abarcarlo todo.

«Unas veces me voy de una línea y trato de retomarla en otro momento, y otras trabajo en una temática determinada con diversas técnicas, para luego exponerlas. Esa forma de trabajar hasta ahora da buenos resultados».

Prefieres el humor sin necesidad de explicarlo…

«Sí, trato de universalizar la propuesta, aunque tengo cosas que necesitan de texto. En general, juego mucho con las imágenes, los fondos. A veces trato animales y personas, y le doy un sentido de unificación. Trato todo, desde lo ecológico hasta lo humorístico, porque en realidad de eso trata la vida y el arte: tener una visión abarcadora y brindar una propuesta de mejoramiento humano. El humor es eso, buscar las cosas que ocurren en la cotidianidad y exagerarlas ante la necesidad de reírnos de los problemas o sobre una realidad incongruente».

¿No le parece que es insuficiente aún el uso de las caricaturas y el humor gráfico?

«Esa es una realidad. Hay muy buenos dibujantes, incluso que salen de las academias y se encuentran con que hay concursos y galerías, pero en un momento determinado empieza a preocupar la economía personal y deben moverse hacia otras cosas, pues para comprar los materiales, las tintas, hay  que tener ingresos. Existe falta de publicaciones que puedan abarcan todo este talento que está floreciendo y que en algunos casos, se pierde.

«Afortunadamente todavía quedan algunas con sus características propias, como el con el costumbrismo criollo magistralmente liderado por Pedro, Linares, Roland y otros excelentes caricaturistas con quienes aprendí.

«El DDT tiene a Ares, quien es un maestro de la caricatura nacional e internacional, y que le ha dado una luz a la caricatura cubana contemporánea; es muy estudioso y preocupado del género e investigador.

«Pero todavía hay muchas publicaciones que no incluyen esta rama del arte, y a veces a un texto le hace falta una imagen que lo apoye, porque de por sí, solo puede ser abrumador».

Y no se equivoca Acebo, en los tiempos que corren, para darle el frente a los problemas, los cubanos necesitan reír, exageradamente.(Tomado de 5 de septiembre)

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