Teatro Los Elementos: perfomance y creación colectiva comunitaria

La comunidad El Jobero, enclavada en la premontaña del municipio de Cumanayagua, en Cienfuegos, es un reservorio cultural. Desde 1992, el artista José Oriol González fundó allí el grupo de teatro Los Elementos y logró consolidar un proyecto comunitario de gran alcance.

En los predios del Macizo de Guamuhaya perlasureño funciona esta agrupación, cuya pintoresca sede rinde alegoría al paisaje campestre y recrea espacios rústicos de la otrora finca del gallego Don Ángel Rodríguez, quien allá por 1930 vivió aquí con su familia, dedicado a las labores del café.

 

Bohíos y anfiteatros se integran al paisaje rural hasta conformar una unidad  tiempo y espacio. El techo de guano es común en el asentamiento, donde hay cinco viviendas habilitadas para los teatristas, una de ellas devenida museo de los rústicos habitáculos pertenecientes la hacienda fundacional denominada Buenos Aires.

Ocho actores integran hoy «Los Elementos», y a la experiencia de más de 20 años, suman hoy novedosas técnicas de creación colectiva y otras contemporáneas, según informa Isnoel Yanes, uno de los fundadores:

«Se nombran performance de teatro espontáneo: es una experimentación que fue generada por el profesor norteamericano Jonathan Fox, creador de la técnica escénica del play back, a partir de las experiencias de Jacob Levy Moreno con el psicodrama, este último, autor de origen rumano que enarbola espontaneidad, acción corporal, catarsis dramática; enfatizamos todo eso.

«Nosotros siempre cultivamos un teatro de creación colectiva, llegamos a la comunidad, constatamos sus problemas y sin invadirla, los tratamos. Pero desde el año 2000, mediante la participación en el filme ‘Viviendo al límite’ (sobre pacientes de SIDA), de Belkis Vega, renovamos los estilos dramatúrgicos hacia los actuales, lo cual resultó un hito en nuestra historia.

«El psicodrama en otros países latinoamericanos es más desenfadado, más abierto, y aquí en Cuba lo particularizamos más y ha sido un éxito».

El público tributa anécdotas a los actores, en una suerte de «pies forzados». De inmediato improvisan escenas sin guiones prestablecidos y surge una comunicación espontánea que involucra a todos los presentes.

Cuando en los albores de 1990, José Oriol González rescató la finca de sus ancestros con fines culturales, previó imbricar a sus artistas en este medio natural, con símbolos de elementos del entorno, como tierra, agua, fuego y aire.

Así interactúan aún con pobladores de El Jobero, Entronque Minas y Cumanayagua, donde forman parte de proyectos educativos, tanto ecológicos como culturales. Asimismo han dejado su impronta en muchos lugares de Cuba y otros países latinoamericanos como Colombia y Venezuela.

Los miembros de «Los elementos» significan la cubanía misma y defienden la utopía de esa amalgama perfecta que es el binomio arte-vida.

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